lunes, 11 de enero de 2021

UN NUEVO COMIENZO

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En la constelación de Orión, los serafines se reunieron para decidir qué hacer con la Tierra. Se sentaron en una gran mesa redonda y el más sabio que la presidía dijo:

-Veo que los terrícolas siguen sin utilizar la inteligencia emocional, solo se centran en desarrollar nuevas tecnologías como si fuera lo único importante. Lógicamente, por eso hay guerras, se matan entre ellos y existen cada vez más enfermedades. No deberíamos ayudarles, han creado su propio destino fruto de sus actos.

Todos los ángeles le dieron la razón, fueron varios los seres  que intentaron ayudar sin obtener buenos resultados. De hecho, Jesús fue uno de ellos y lo crucificaron. Un serafín se atrevió a contradecir al gran sabio, le llamaban Uriel.

-Hay humanos que son especiales, diferentes que no pueden vivir como los demás. No encajan en el sistema que han creado ellos mismos porqué, en el fondo, saben que es antinatural. Podemos ayudarles.

-Eres fuente de amor y comprensión Uriel, pero sabes tan bien como yo que del caos surge la luz. Tienen que vivir tiempos difíciles para que valoren las cosas realmente.

-Permíteme salvar a unos pocos maestro - imploró Uriel.

-Está bien, te daremos unos meses. Pero pasado ese tiempo, cuatro de nosotros bajaremos e iniciaremos el apocalipsis.

El serafín agradeció al gran maestro la oportunidad de bajar a la Tierra, tenía fe en su cometido así que se despidió rápidamente de sus compañeros e inició el viaje. Pero Uriel quiso ir demasiado raudo, alcanzó tanta velocidad que no pudo esquivar un avión que surcaba el cielo, y se dio de cabeza contra la máquina. Al no ser humano consiguió burlar la muerte, aunque permaneció inconsciente durante horas. Cuando pudo levantarse, no se acordaba ni de su nombre, había perdido la memoria. Tenía la sensación que tenía una misión, algo importante que hacer pero se sentía muy perdido. Caminaba por un paisaje selvático desconocido dónde abundaban animales salvajes y árboles que tocaban el cielo. No sabía dónde ir, afortunadamente no le dio tiempo a preocuparse demasiado ya que un grito interrumpió sus pensamientos. Divisó un niño a lo lejos corriendo como si temiera por su vida, y efectivamente había un depredador detrás de él. Al acercarse pudo ver que se trataba de un pequeño tigre que poco le faltaba para darse un buen banquete. Así que, Uriel actuó rápido, se puso delante del animal y le dijo que se marchara, lo más extraño de todo es que el famélico depredador le hizo caso. El niño se quedó tan sorprendido que no pudo articular palabra.

¿Un hombre que se comunica con los animales?, no parece Mowgli ni un brujo- pensó. Pero como le había salvado la vida decidió conducirle al poblado, un pequeño lugar compuesto de habitáculos sencillos. Los habitantes acogieron al extraño hombre con una ligera sonrisa, especialmente el jefe de la tribu, el padre del niño, que mostró su gratitud desde el principio por haber salvado a su hijo. El serafín convivió con ellos y aprendió de su cultura, pero a medida que pasaban las semanas las visiones se incrementaban. Empezó a tener ligeros recuerdos, y la idea de marchar cada vez cobraba más fuerza. Finalmente, un día se despidió de todos e inició su marcha sin mirar atrás hasta llegar a una ciudad portuaria, llamada Iquitos, donde se detuvo a descansar. Sólo se sentó unos minutos, era pura fuente inagotable de energía, de seguida su curiosidad le guió hasta el mercado al aire libre del distrito de Belén donde abundaban productos interesantes y personas con vaqueros, fajas, chaquiras e, incluso, plumas de ave.

-¡Qué contraste de un lugar a otro!-se dijo sorprendido.

Se quedó admirando las diferencias durante un rato hasta volver a reanudar la marcha. Pero esta vez, se planteó hacer uso de la reliquia que ocultaba. ¿Porqué ir caminando teniendo alas?, permanecían en el interior de su espalda como un tesoro escondido. Observaba que los demás no tenían alas y quería parecer normal. Se mostró dubitativo, pero decidió no sacar a relucir su secreto. Por no aceptarse a sí mismo, se vio obligado a experimentar que eran los callos y el dolor de pies. Afortunadamente, sus recuerdos aumentaban con el paso de los días y comenzó a darse cuenta que era necesario que fuera diferente al resto para poder llevar a cabo una misión importante que aún desconocía. Una madrugada estrellada, se atrevió a abrir sus alas y se entregó al cielo nocturno, pero cuanto más alto llegaba más miedo tenía. ¿Porqué sentir temor?, le daba la sensación que le había ocurrido algo traumático durante uno de sus vuelos.  Tenía que armarse de valor y superarse a sí mismo, para conseguirlo, cada noche alcanzaba una altura mayor cuando volaba. La distancia de los vuelos también aumentaba, hasta que una noche decidió visitar Europa.  Cuando llegó a su destino, aterrizó en el claro de una montaña, dónde le esperaba un inesperado encuentro.

 

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¿Qué sucede cuando los sueños se convierten en humo? Selene sentía que no encajaba en este mundo, excepto cuando estaba en la montaña disfrutando del aparente silencio de la noche. Ella creció siendo una niña incomprendida, se evadía demasiado. En la adolescencia se convirtió en una chica soñadora de ojos tristes. Su iniciativa y entusiasmo le llevaron a realizar innumerables proyectos que acabaron en intentos frustrados. Cansada de ver que no ocurría nada de lo que quería o planeaba, dejó de desear. Empezó a centrarse en hacer aquello que le hacía sentir feliz, de nada servía centrarse en su incierto futuro. Era mejor no alimentar pensamientos negativos, no le aportaban nada, así que se centró en realizar actividades placenteras accesibles a su nivel económico, la montaña era una de ellas. Una noche de otoño de luna llena, sus pasos le llevaron por pequeños senderos que comunicaban con una escarpada cima. Pero se detuvo al ver  un ser extraño aterrizando bruscamente.

-¿Eres un ángel caído?, no pareces un extraterrestre- exclamó, intentaba no parecer asustada pero le resultaba un poco difícil.

El joven miró a Selene sorprendido, pensativo. Lo que le había dicho le hizo recordar.

-¡Sí es verdad, soy un ángel que me caí debido a un accidente! y había olvidado mi misión, ayudaros antes de que sea demasiado tarde.

Selene lo miraba realmente como si fuera de otro planeta, no sabía si salir corriendo o que hacer. El tenía alas y ella solo dos piernas. Pero el serafín le leyó la mente y supo utilizar sus poderes olvidados para tranquilizarla, era como si pudiera entrar dentro de ella y hacerle entender lo imposible. Escuchaba la voz del joven en su cabeza, sentía que lo podía saber todo sobre ella y sin saber porqué, tenía la certeza de que la podía ayudar. Era un extraño venido de las estrellas, no sabía nada de ese ser pero él sí de ella. Aparecía de la nada en su vida con mensajes de esperanza, de un nuevo comienzo.

-¿Y si realmente puedo volver a empezar desde cero y salir de mi eterno bucle?- se preguntó Selene.

Se sentía prisionera de sí misma, necesitaba cambiar su estilo de vida y empezó a pensar que realmente ese ser inquietante podía ser la clave hacia un nuevo principio. Nadie había sido capaz de comunicarse con ella sólo mediante la mente, nunca había experimentado tanta paz y, por alguna extraña razón, sentía que podía confiar en él.

En poco tiempo, entabló amistad con el muchacho raro y pálido venido del cielo. Sus ganas de irse con él a donde fuera se acrecentaban, pero ¿realmente sería capaz de abandonarlo todo?. El ángel le daba la oportunidad de conocer una vida distinta, inimaginable pero a cambio de un gran sacrificio. Tenía que dejar atrás su estilo de vida, todo lo que conocía. Era una decisión muy dura que tenía que tomar ya, porqué no quedaba tiempo. La humanidad estaba sentenciada, grandes catástrofes, hambruna y oscuridad eran el principio del fin. Selene tenía que ser valiente, intuía que era una gran oportunidad que no podía desaprovechar ¿sería capaz de renunciar a su modus vivendi?

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